viernes, 31 de agosto de 2012

Memorias neerlandesas: la comida (I)

Lo pensaba estos días y, definitivamente, hay un montón de cosas sobre mi viaje a Holanda que me gustaría compartir con todos vosotros (¿por cuántos visitantes decís que vamos ya? ¿Tres, cuatro? Os quiero). Pero no tengo tiempo para sentarme a escribir crónicas larguísimas que, por otra parte, a buen seguro se os harían pesadas. Por otra parte, soy tan caótica que ordenar las entradas, y asegurarme de que no me olvido de decir tal o cual cosa en ellas, sería una empresa harto difícil para moi.

Así pues, he decidido daros la tabarra periódicamente cuando me venga en gana con stukjes (trocitos) de mi viaje.

Y como aún no he cenado y, cuando lo haga, las opciones se reducirán a verde, verde y más verde porque estoy jugando a ser sana y no me lo creo ni harta de soja, la de hoy va de COMIDA

Es un razonamiento intachable el mío. Flawless, que dirían mis amigos los británicos, meneando la cucharilla del té. 

He dicho COMIDA.

Y además puedo utilizar este maravilloso gif.

En fin. ¿Sabéis una cosa? Resulta que los holandeses no tienen lo que se dice una gastronomía de la leche. A ver, sí, sus cosas tienen, y de ellas pienso hablaros. Pero no hay un compendio exhaustivo de maravillosos, típicos y complejos platos que lleven el made in the Netherlands a diez kilómetros de distancia. Lo cual, por otra parte, no es tan raro. Quiero decir, no todo va a ser como en España, Francia y etc.


Sin embargo, también merece la pena decir que:

1) A cambio, y como sociedad con una larga tradición de multiculturalismo que es, incorporan platos de todas partes. Algo similar a lo que pasa con los británicos.

2) Y lo que es suyo, suyo de verdad, podrías comerlo todo el santo día y luego explotar de placer y gota. Nada de comida de conejo. Cosas ricas, ricas.

¡Empezamos, pues, con el top 10!

Frietjes
Patatas fritas para los amigos. Nada especial, ¿eh?
Pero qué buenas están, leche. Y qué grandes, y cuántas salsas para echarles. Pindasaus, mostardsaus, joppiesaus, y un largo etcétera. Por no hablar de la conocida como patatjeoorlog (guerra de patatas), una bomba combinación de patatas con mayonesa, cebollita cruda picada y salsa satay indonesia. Esta última guarrería deliciosa es exclusiva de los holandeses.
Y además, vosotros aquí salís a la calle y no os encontráis un puesto de patatas cada cuatro metros. En Ámsterdam y otras tantas ciudades holandesas sí. Y eso hace que entrar y pedirse un cartucho sea, ¿cómo lo diría?, normal. Un acto que se integra automáticamente en la bella secuencia de lo cotidiano. En Holanda, comes patatas fritas a dos carrillos y lo haces porque puedes, porque es como respirar, porque es casi lo que se espera que hagas. Culpabilidad cero. 

Supuestamente, el mejor sitio de La Haya para atiborrarse. Además, eran tan amables de mentirte diciendo que eran sanas. Sí, ya. Uno grande, por favor.

Yo poniéndome fina a patatas.

La tienda, por si alguna vez pasáis por allá.

O lo que es lo mismo, 'buen provecho'. Ya lo creo.

Stroopwafels

El postre para después de las patatas fritas. Estas galletas son la petite mort, la releche, una fiesta para vuestras papilas gustativas, y todo el resto de expresiones positivas que se os ocurran y sean aplicables, o no, a un dulce. Dos waffles redonditos, sellados hasta que tu boca les pegue el muerdo por una maravillosa capa de melaza y caramelo. Ponedlas encima de la taza de té y dejad que les de el vaporcito y luego, si tenéis lo que hay que tener, morid de felicidad y coma diabético.



Y encima en el Hema, algo así como el Mercadona holandés pero más guay, las venden baratíssssimas.


Poffertjes
Estamos empalagosos hoy, ¿eh, hijos míos? Pues nada, yo os doy lo que queréis. Y queréis poffertjes, una especie de cositas redondas la mar de simpáticas y hechas de masa dulce, tipo la de las tortitas. En Woudschoten, centro en el que nos alojábamos, nos los servían con azúcar glaseada, helado, nata y/o frutos rojos, pero vosotros echadle lo que se os ocurra, que estarán buenos de todas formas.
Acabo de recordar que los muy guarretes les echan también mantequilla. A ver si no por qué iban a ser los holandeses tan altos. Es que comen asín de bien.
Hagelslag
Las cajas de esto, hamijos, volaban en la residencia junto a la hazelnootpasta (la Nutella universal) a la hora del desayuno. Y en el resto de comidas pues también, pa qué os voy a engañar. A mí me parece empalagoso por el ansia viva de serlo, es decir, que no me convence especialmente, pero decídselo a sus fans. Básicamente son virutas de chocolate o colorines diversos que echas encima de las tostadas con mantequilla. Porque ellos son así de guays. De Ruijter es la marca por excelencia allí, según tuve ocasión de comprobar.

Nueve de cada diez dentistas holandeses te recomiendan que desayunes con hagelslag. El número diez se está zampando una rebanada para darte ejemplo.
Broodje
Un bocata. Un bocata de lo que os venga en gana. ¿Es típico de Holanda? Sí y no. Que levante la mano el que sepa de dónde venía el primer pavo al que le dio por poner algo entre dos rebanadas de pan y comérselo, y probablemente no será de Holanda, pero la gente allí subsiste a base de bocadillos a la hora del almuerzo. Y los llaman broodjes (literalmente, 'panecillo'). Como curiosidad, os diré que en Amberes (Bélgica, pero zona neerlandófona, así que a la saca), subrayan la calidad de sus bocadillos llamándolos belegde broodjes, es decir, bocadillos bien rellenos, no sus vayáis a quedar con hambre. Lo malo es que lo ponen hasta en el bistro más triste, por lo que la cosa deja de ser un lujo para convertirse en lo mínimo que esperas del Broodje Antwerpiensis

Ahí, que no nos falte de ná.
¡Bueno! Menuda indigestión, chavales. Id a por un purgante mientras yo me como mi paupérrima ensalada, ay, y aúllo a la luna pensando en las delicias holandesas de las que disfruté sin medida alguna a lo largo de tres semanas. ¡Quién las pillara ahora!






jueves, 30 de agosto de 2012

Ik studeer Nederlands (Yo estudio neerlandés)

Y a la gente le parece francamente friki curioso.

-¿Y por qué estudias eso? ¿Para qué sirve? -para dejarte epatado, por ejemplo.
-A ver, di 'hola' -bueno, esto pasa estudies el idioma que estudies, en realidad.
-¿Y no preferirías estudiar alemán? -pues se ve que no, si te digo que estoy con lo otro, merluzo. Además, el alemán nunca me ha atraído especialmente, y la Merkel no contribuye a cambiar mis simpatías precisamente.

Hasta mi padre me lo preguntó, allá por 4º de carrera, cuando anuncié que aquel año empezaría con el idioma.

-¿Y eso se habla en algún sitio aparte de Holanda?

Si la gente se pone muy plúmbea, o si se ríen y te sueltan que vaya cosas estudias, te dan ganas de responderles de forma más contundente. 

Para ti no, papi, tú tienes bula papal (¡ja, ja!)
Pero en fin, si insistís en hacérmela vosotros también, os revelaré los dos grandes motivos por los que estudio neerlandés, como insistía en llamarlo mi profe.

1) Y en realidad, la verdadera razón. Estudio neerlandés por el Diario de Ana Frank, que leí cuando todavía era relativamente pequeña, a los diez años o así. Sospecho que el primer ejemplar que tuve era una edición latina, ya que Ana manifestaba estar harta de comer chícharos, pero tenía dibujitos y de todas formas me enganché. Da la casualidad de que Ana Frank y yo tenemos ciertos puntos en común (sueños y aficiones, y algún que otro rasgo de personalidad), así que a lo largo de los años acabé pensando que ella y yo, de habernos conocido, probablemente habríamos sido buenas amigas. Pues bien, un día vi una página de su diario en la que había pegado una foto de sí misma. Según la traducción, había dicho algo así como que si siempre tuviese el mismo aspecto que en esa foto, quizá podría ir algún día a Hollywood. Yo me quedé mirando el texto original y reparé por vez primera en el idioma en el que Ana escribió su diario. Un idioma desconocido y lo suficientemente distinto como para sonar exótico. Holandés, ¿eh? Algún día no estaría mal aprenderlo, me dije.

2) Esto entra directamente en el apartado de las idas de olla que solo otros traductores comprenderían, y tal vez ni eso, pero ahí va. El neerlandés me parece un idioma gracioso. Un idioma redondito y amable. Con todas esas vocales juntas, y esos diminutivos tan monos. Para mi gusto, bastante más suave y agradable al oído que el alemán.

Pero claro, una no va a la academia de idiomas del barrio y dice que quiere estudiar neerlandés. Por eso, encontrármelo como libre configuración en la facultad me pareció una oportunidad única. Conseguir una excusa para matricularme en las clases después de tres años de carrera, cuando ya no lo esperaba, una suerte.


Ahora que finalmente he recalado en Holanda, con un curso maravilloso que también fue un regalo de última hora, me acuerdo de aquella lectura de verano. Y la verdad es que alucino pensando en la forma que tiene la vida de ponerte en el camino en dirección a tal o cual cosa. Es una conexión un tanto pretenciosa, pero Ana Frank escribió su diario sin saber que acabaría por convertirse en un emblema para millones de personas. Una de ellas, décadas después, fue una niña que a través de su obra sintió curiosidad por la lengua en que estaba escrita. Si Ana no hubiese escrito su Diario, si yo no lo hubiese leído, probablemente no habría considerado estudiar neerlandés en la facultad. Y no habría ido a Holanda. Al menos no este agosto que ya termina, no como estudiante.

No es una mala razón para aprender. Y como historia también tiene su aquél. 

En fin, en el primero de los tres días que visité Ámsterdam, fui al Anexo en Prinsengracht, como no podía ser de otra forma. Qué demonios, reservé mi entrada semanas antes por Internet. Y cuando estuve allí, fue una sensación familiar y bastante bonita, a pesar de lo que comporta ese lugar. Me quedé mirando la foto de ella que preside la entrada y pensé... 

Por fin, y gracias por todo, Ana.

martes, 28 de agosto de 2012

Ser o no ser, blabla: el Carnet Internacional de Estudiante

¡Hola a todos! :) Eso, claro está, suponiendo que este blog tenga ya lectores. Lo digo porque durante estos tres breves pero intensos días de blogueo, vino y rosas, la magra estadística de visitas recibidas se ha compuesto, básicamente, de mis propios clics. Y eso es triste. Me hace sentir un poco... ¿cómo lo diría? FOREVER ALONE.

No sé por qué, pero yo leo el forever alone como si fuese el estribillo de la canción Forever Young, de los Alphaville. Aunque me gusta más la versión de Youth Group.
Bueno, al grano. En esta entrada os voy a hablar de uno de los trámites que la Biblia Guía del Auxiliar de Conversación en Reino Unido 2012/13 nos recomienda completar antes de nuestra llegada al país. En general, se trata de algo bastante útil para todo estudiante. Y ese algo es el Carnet Internacional del ídem o ISIC (International Student Identity Card). 



¿Qué es?
Básicamente, una acreditación de nuestro status quo nuestra condición de estudiantes a nivel internacional, mediante la cual tendremos disponibles importantes descuentos en transporte, ocio, espectáculos...curiosamente, mientras uno está aquí (aquí=facultad) estudiando, no es algo que se te ocurra sacarte, o al menos eso me pareció observar, tanto en mi propio caso como en el de mis compañeros. Tiramos del de la uni donde nos dejan...y es una tontería, porque el ISIC tiene como más empaque, y sirve también en nuestro día a día. Si queréis más información, aquí la tenéis disponible, aunque yo continúo con los datos más prácticos abajo.

¿Dónde obtenerlo?
¡Yo os hablo de Andalucía! Y aquí se consigue en cualquier oficina de Inturjoven. Vais con todo lo que os solicitan preparado, y se os expide en el momento. ¡Así de fácil! Bueno, y como siempre, está la opción de solicitarlo online, aunque yo de vosotros me daba el paseo, por razones que más abajo os explicaré y vosotros tendréis la bondad de leer.

¿Pero qué tengo que llevar?
Pues hablando en plata, para empezar id preparando 9 pavos, pequeños saltamontes.

"¡Cómo que 9 €! ¡En la página pone que son 6!"
Pues ha subido. Está la vida muy mala, sí. Entre eso y comer en un chino con los amigos, hoy ya he contribuido a levantar la economía del país.

Bueeno. Los simoleones, y también:
  • Resguardo de matrícula, o cualquier documento que pruebe que estáis matriculados para el curso en vigor. Actualmente, los carnets se expiden con validez hasta el 31 de diciembre de 2013. !!!!
  • Foto de carnet.
  • DNI o documento de identidad válido.
Y ahora llega la bella historia del !!!!, del "ser o no ser" del título de esta entrada y de por qué yo prefiero hablar con personas (humanas) y no con la interfaz de usuario de una página web, que suele ser menos comprensiva. 

Ya habéis visto que para obtener el ISIC es necesario presentar justificación de que somos estudiantes. Para ello normalmente se exigen las tasas, o el resguardo de matrícula de la uni.

A los auxiliares de conversación se nos considera estudiantes en Reino Unido. 

El programa de auxiliares de conversación ofrece un plus de puntos en el baremo a los estudiantes de último año de carrera.

Sois...bueno, no; erais estudiantes de último año de carrera. Y ahora sois licenciados (¡enhorabuena!).

...Y ahora qué.
Pues ahora, hijos míos, sin tasas para el curso 2012/13, toca demostrar que de todas formas sois estudiantes (¡que lo somos!). ¿Y cómo se hace? En mi caso, aportando junto a los papeles de la uni una justificación de que realmente soy auxiliar. ¡Y para eso sirve la lista de adjudicados publicada en el BOE! ^^

Pero claro, mejor si cuentas con una persona. Una persona amable, como la señora maravillosa que me ha atendido hoy a mí. Y si vivís lejos, mejor también si llamáis primero por teléfono, y ya de paso os abastecéis de agua para la travesía, para aclarar dudas y evitaros dos viajes. Porque yo me he hecho uno de ida y vuelta hoy, y estamos en agosto, ¿sabéis?, y hace mucho, mucho calor, y se me iban a derretir los sesos al sol. Una estampa entrañable, por lo demás.

Así que ya sabéis: insistid, insistid en que sois estudiantes, porque es verdad y porque mejor sacarse aquí el ISIC que echarse un trámite más a vuestra llegada a Reino Unido. 

¡Corto y cambio! 




domingo, 26 de agosto de 2012

Cosas buenas de irse a Reino Unido...

...Las hay a patadas, qué duda cabe. Probablemente podríamos llenar un saco con un millón de razones por las que es supercalifragilísticoespialidoso irse a Reino Unido, atarlo bien fuerte, tirarlo por la ventana de un décimo piso, darle con él a alguien y abrirle el cráneo, a lo madre de Amelie Poulain cuando le cae encima la turista canadiense en Notre-Dâme.

Está bien, ya lo dejo.

¡Bueno, a lo que íbamos! Me alegra mucho ir a Reino Unido, por varias razones:

  • En general, y a pesar de la incertidumbre que siento ahora, estoy segura de que será una experiencia muy positiva.
  • El capítulo "Adaptación cultural" será más sencillo de lo que habría sido en China
  • El idioma no me va a dar problemas, y podré centrarme en las p*tas preposiciones corregir esos pequeños errores que siempre andan por ahí y que una intérprete no se puede permitir. 
  • Yo tengo la teoría de que es más fácil ligar en Reino Unido que en China. Aquí podéis leer mis argumentos científicos al respecto.
  • Podré visitar algún que otro sitio. Londres, definitivamente, probablemente Liverpool, y también me gustaría que cayeran Bristol (¿quién veía Skins? Yo no) y Brighton. 
  • Reino Unido es un gran país para ser indie. Eso es bueno. Una de las muchas secuelas mentales que arrastro como consecuencia de cinco años en la FTI-UGR es la condición de indiota indie. Ahora podré sacarle fotos a mis pies con las aceras inglesas de fondo, y colgarlas en mi Tumblr lleno de cosas bonitas (como cupcakes, todo lo vintage, flores en tonos pastel, etc.), portadas de libros hipster (de Kerouac para arriba) y citas grandilocuentes para niñas ñoñas que escuchan a Bon Iver y esperan la llegada del amr a sus vidas. O la revolución sexual de Guille Milkyway. O ambas a la vez. Esta noche estoy sembrada, sí, y tócala otra vez, Sam.
Pero todo esto no es lo más importante. Todo esto, de hecho, palidece frente al verdadero y gran privilegio de estar en Reino Unido este curso. Hay una cosa que tienen los británicos y que no se encuentra en ninguna otra parte del universo.

Tachán, tachán.
Low fat my ass. Y no es barato, no. Pero a mí qué. Ahora tengo un sueldo, ahora soy una niña mayor. Y pienso encargar camiones cisterna de smoothie Innocent de yogur, vainilla y miel. Aparcarán frente a la puerta de mi casa, y yo seré deliciosamente feliz.

Feliz como Kaorin.
Me voy a dormir, lo prometo.








A partir de ahora

¿Y cuando acabe, qué?

Durante todo este último curso, e incluso desde antes, creí conocer la respuesta a esta fantástica pregunta que ocupaba mis días. Mis noches no, la verdad, porque yo soy una de esas personas capaces de dormir incluso en caso de cataclismo mundial. Recordadme que os cuente cómo me quede frita en la Museumplein de Ámsterdam, de noche y con frío, sobre la dura piedra.

Pero sí, si es lo que queréis saber, de haberlos tenido, los habría llevado de corbata.

Aun así, yo creía conocer la respuesta a la pregunta, como iba diciendo. Era bastante sencilla, además. Una sola palabra. Cargada de imágenes y significados, eso sí.

China
中国

El paso natural, después de haber sufrido estudiado el idioma cinco años, ¿eh? 

Sí señor. Yo quería irme a China. Y a la gente le parecía muy original y muy exótico. Mi médica de cabecera es que lo flipaba cada vez que me pasaba por su consulta a darle el coñazo (véase más abajo). No era la única.

-Qué valiente, qué valiente.
-Huy, a China. Qué valor.
-¿Y no te da miedo?
-¿Pero y ahí qué hablan, además de chino? Wolof y finés, señora. ¿Y qué, no te da cosilla?

Estoy que me cago, quería decirles a todos. Pero aun así me voy a ir.

Así que busqué una beca. Y es que después de vivir la totalidad de mi biografía en casa de mis papis, todo cambio significa, básicamente, . Y la encontré. Decidí pedir la beca del Gobierno chino. Estaba bastante bien, me ofrecía incluso la posibilidad de renovarla, y oye, al final hasta sabría chino de verdad. 

Una vez tomada la decisión, me puse manos a la obra. Y creedme, no fue fácil. De hecho, acabé loca perdida con los papeles. Y con el certificado médico. Y con todas las maravillosas pruebas que dicho certificado exigía. Pruebas de todo tipo. Pruebas que yo ni siquiera sabía que existían. Y después de eso, más papeles. Muchos, muchos papeles. Incluyendo cartas de recomendación. Y de motivación. Y certificados académicos. Y traducciones juradas de esos certificados. Y después de eso, más papeles. Y finalmente, aún hube de elegir universidades (porque en Beijing, ciudad a la que yo tenía intención de ir, hay muuuuuuuchas universidades).

¡Y al final, mandé la beca! ¡Increíble pero cierto!

Y a partir de ahí, comenzó la larga, LARGA espera. 

En algo tenía yo que ocupar mi tiempo, así que me dediqué al que se suponía era mi objetivo principal este curso, Interpretación de Conferencias A-B acabar la carrera. Y también di clases, sí. Y llevé la beca de colaboración. Y me metí en el grupo de teatro de mi facultad. Y seguí estudiando neerlandés, aunque ya no me hacían falta los créditos, pero es que yo soy muy friki, hay que serlo para estudiar ese idioma. ¡Ah, y fui a clases de conversación en chino! Porque, ¿os acordáis? Yo me iba a ir a China.

Unos cuantos meses más tarde, en agosto...

Yo estaba en Zeist, Países Bajos, en un paraíso terrenal del que probablemente hable aquí algún día. Y estaba a la espera. A la espera de la confirmación oficial de mis planes: irme a China. De un momento a otro, aunque también podían haberse dado más prisa, me llegaría un correo diciéndome: "¡Eh, Ana! ¡Te vas a China!"

Pues bien, ¿sabéis una cosa, una cosa muy bonita y divertida? ¿Sabéis qué es lo que me dijeron, después de todo un curso planeando mi futuro? Pues me dijeron esto:

Claro como el agua. 

...Esto fue lo que me respondieron, os decía:

NO
PROBLEM?

O lo que es lo mismo, lo que comúnmente se conoce como reírse en mi cara un giro inesperado en la historia.

Podría decir muchas cosas sobre lo que sentí en ese momento. Podría componer una oda sobre mis impresiones. Podría, también, haberme montado en una bicicleta holandesa y que todo hubiese parecido un accidente, y nadie habría dudado de ello. Pero, básicamente, todo puede resumirse en una frase: me habían denegado la beca.

No me iré a China. Este curso, al menos, no. Algo de lo que se alegran infinitamente algún que otro familiar y amigo.

Y adónde te vas entonces, Ana.
¡Anda, se me había olvidado! Resulta que, durante la larga, LARGA espera china, hice algo más. Solicité una plaza en el programa 2012/2013 de Auxiliares de Conversación españoles en el extranjero. Reino Unido. Lo hice por si acaso. Aunque yo sabía que nunca iría allí. Lo sabía, incluso cuando me aceptaron. Incluso cuando empezaron a llegarme noticias de mi región, mi ciudad, mi escuela. De mi destino.

Porque al final resultó que este era mi destino. Tiene gracia. Y yo buscándolo un poquito más arriba en el mapa.

Pero esa ya es otra historia. Una historia que ni siquiera yo conozco más allá de la sinopsis y que, imagino, os iré contando poco a poco por aquí a medida que se escriba. Pasad, abrochaos los cinturones y poneos cómodos; el viaje está a punto de empezar.