martes, 11 de septiembre de 2012

Memorias neerlandesas: de la superación y otros milagros

Cada país tiene sus imágenes y tópicos personales, intransferibles y más o menos ciertos. Con España ya se sabe: sol, toros, fiesta, siesta, paella y cachondeo

Holanda no se queda sin los suyos, claro está. ¡Con todos ustedes...!

...tulipanes (junto a veinte mil flores más, todas baratísimas en los mercados!

...queso (con tiendas que parecen boutiques)!

...marihuana (aunque ellos no entran casi, las tienen ahí para flipe de los guiris)!
And, last but not least...

...Bicicletas.










Bicicletas.






Bicicletas.





¡BICICLETAAAS!

Sí, señor. A los holandeses les gusta más una bicicleta que a un tonto un lápiz. Otras cosas puede que no sean ciertas, pero esta sí. Vas al Hema, a comprar bolsas de marshmallows de un kg el pan, y ya de paso te puedes comprar una flamante bicicleta, pero claro, tú ya tenías una. ¿Se te ha roto la ídem? Llévala a reparar a una de los 100000000000000 talleres que imagino que tendrán.¿Ruedecitas para los niños? Será para los tuyos, que tienen sangre muggle; aquí los churumbeles nacen con la velocidad en la mirada. ¿Un lunes gris? No desesperes. Adorna tu bici con guirnaldas de flores y cestas preciosas y tira, que hoy puede ser un gran día. ¿Carriles bici? Carriles coche, más bien. Aquí montar en bici no es una opción, ni tampoco un privilegio. Es que te he dicho que te subas y le des a los pedales, YA.

Total, que cuando llegamos a Woudschoten, encontramos una jauría hermosa colección de bicicletas disponibles para desplazarse por las inmediaciones. ¡Alegría, jolgorio! Si se nos hubiese pasado una encuesta sobre el particular, estos habrían sido los resultados:

Digamos que yo nunca he sido muy buena en deportes y otras actividades físicas. Con la honrosa excepción de la natación, sí, pero por lo demás...


El patinaje sobre hielo nnnno es lo mío.
Bailar, bailo más o menos así...
Ser alta no significa que el baloncesto se te de bien...
...La verdad, cuando llegué a Holanda no sabía montar en bicicleta. La gente alucinaba.

-Mujer, eso es miedo que tienes -no, es conocer los límites propios.
-¿Pero es que nunca te han enseñado? -y hasta me trajeron una los Reyes. Pero vivo en el centro y sacarla a la calle era un rollo, ¿y he dicho ya que soy un paquete?
-Pero mira, si es muy fácil -ya, eso le dijeron a Napoleón cuando lo de Waterloo...

Total, que la gente hacía planes para ir en bici a la ciudad cercana, o a tal o cual rincón con encanto, y yo no podía seguirles. Como mucho, podían llevarme en plan paquete en la parte de atrás de la bici, cosa que de hecho hizo una de mis amigas. Desgraciadamente, aquí la que escribe pesa ya lo suyo y, además, la descarga de la mercancía presentaba ciertas similitudes, por lo demás inquietantes, con la del ganado...

Para ser sincera, esta incapacidad motora no es que me hiciese sentir muy mal. Soy una persona bastante conservadora en lo que se refiere a los huesos: me gusta tenerlos todos en su sitio y enteros...

...No obstante, durante la segunda semana del curso me propuse firmemente aprender a montar. Porque también soy esa típica persona que ve a fulanito hacer la cuadratura del círculo y piensa: oye, si él puede, ¡yo también!

¿Y sabéis qué? La verdad es que estoy bastante orgullosa de mí misma.

Día 1
(Aprendiendo con mi compañera de cuarto)
-Nee, Ana. Nee! Pas op met de fiets!!!!! Shit!
O lo que es lo mismo, después de la sesión y de camino al comedor:
-Pensaba que te romperías una pierna o algo. Sangre.
...Pero ya podía mantenerme sobre la bici y pedalear.

Día 2
(De prácticas con la bici, yo sola, por el perímetro de la residencia)
-Vaya, he llegado a la entrada. Bueno, voy a volverme, de ninguna manera podría seguir conduciendo hasta la ciudad, ahí afuera está la vida real.


...O quizá sí.
Algún día me mataré en una de mis aventuras. 
Pero no aquel día. 
Ahí afuera, amigos, me esperaba el mundo exterior, un cielo de verano sin nubes, una suave brisa en mi rostro, una sensación de libertad y superación personal como pocas veces la he sentido y el resto de ciclistas de Holanda. No son nada simpáticos, los holandeses, cuando van subidos a una bici y tú te interpones en su camino.
Incluso así, yo tuve suerte. Solo uno me dijo algo, y fue más bien un consejo, bastante amable, ya que yo no paraba de presionar los frenos para controlar la velocidad y no dejarme la vida en una carretera RECTA:
-Fiets gewoon! Fiets gewoon! -fiets gewoon? Ah, que vaya normal...¡eh! ¡Eh! ¡LE HE ENTENDIDO! 
¡Podía montar en bici y podía entender holandés! ¡No sé cuál es el mayor milagro de ambos!

Aquella tarde de finales de julio me salí en algún momento de la vía principal hacia Zeist, acabé por un camino de tierra bastante estrecho y solitario en el que bien podría haber estado esperándome el violador del bosque, llegué con el tiempo justo a la ciudad y después hube de volver pitando, ya que teníamos una conferencia y no debía faltar. Aun así, aparecí un poco tarde, sudorosa, con unos pelos lamentables...y una sonrisa de oreja a oreja.

Había vencido mis límites físicos, que para mí siempre han sido los más duros. ¡Y sin caerme ni una vez! 

Pero, sobre todo, aquella tarde de verano, yo sola camino a Zeist, con las manos crispadas en torno a los frenos, preguntando en holandés a los que pasaban si iba por el buen camino, haciéndome amiga de la bicicleta nº 59 de Woudschoten y más libre, más valiente a cada minuto que pasaba, volví a pensar que, en el futuro, todo iría bien. ¿Por qué no? Si era capaz de subirme a una bici y conducir hasta la ciudad más cercana en dos días, ¿acaso no es todo posible? 

A lo mejor consigo todo lo que me proponga.

Y fue uno de esos momentos, relativamente raros en cuanto dejas atrás la infancia, en los que eres feliz y no tienes miedo. Sin letra pequeña.

No os creeríais que os iba a soltar el rollo sentimental sin aportar pruebas gráficas...
Y este, queridos amigos, es el imperio que conquisté.
¡Mirad qué música tan bonita para releer esta entrada! 

¡Hasta la próxima, gente!

P.D 1 Otro día fui a Austerlitz con la bici. No con la nº 59, sino con otra. Es una historia que demuestra que segundas partes nunca fueron buenas y que NO da lo mismo cuál bici coges. 

P.D 2 Durante el curso, aprendí también a jugar al ping-pong y al sjoelen. En el zumba, por desgracia, terminó abruptamente este bello canto a la superación personal.






sábado, 8 de septiembre de 2012

Memorias neerlandesas: la comida (II)

¡Hola a todos, majos! Pues nada, es hora de cenar, y yo he vuelto a recordar mis ágapes holandeses. Esto comienza a ser algo recurrente...

Además, he conseguido otro gif de celebrities amantes del buen yantar. En realidad, solo por esto merece la pena marcarme otra entrada sobre lo mismo...
¿...Por dónde nos quedamos la otra vez? ¡Ah, sí! En la entrada de hoy, los dulces pasan a un segundo plano para concentrarnos nuevamente en lo salado, si bien la comida basura continúa en el nº 1 de las listas. Además, incluyo un caso de expediente X patentado en Bélgica e incluso le hago un sitio a un fantasma y a platos que yo prescindí de probar por lo melindres que soy la poca gracia que me hacían. Con un poco de suerte, si a lo largo de la entrada consigo recordar el nombre del sitio, incluso podré recomendaros un restaurante de cocina holandesa en Ámsterdam, y si no, tendréis que buscarlo vosotros mientras seguís leyendo sobre otros rincones que tuvieron el honor de saciar mi hambre. ¡Dentro post!

Febo...

...De lekkerste! Vamos, el más rico del mundo mundial, según ellos. Esta cadena le pilló el nombre al dios griego del Sol para invadir llenar Holanda, o como mínimo Ámsterdam, de maquinitas expendedoras de comida rápida. 

¿Que qué?

...Máquinas expendedoras, os digo.
Una imagen vale más que mil palabras, pero yo no callo ni debajo del agua. La cosa es muy fácil: elegís una guarrería, echáis las moneditas y hala, ya podéis abrir la ventanita y sacar vuestra comidita elección. Como podréis imaginar, muy sano no es y ni siquiera os saca mucho del apuro, porque es más un snack que otra cosa. Pero cuesta, como máximo, unos 2 euros. Y además es muy gracioso y a todos los guiris nos deja alucinando. Además, como salida laboral no está mal: os tiráis ahí todo el día encerrados en vuestra pecera-freidora, sacando una fritanga y comiéndoos la siguiente. La maquinita de la foto está en la Amsterdam Centraal, poco antes de salir, y para nosotros fue un poco la primera señal de que por fin estábamos en Holanda. 

¿Qué podéis encontrar en estas monadas? Un poco de todo...
  • Kroketten: justo lo que estáis pensando, solo que enormes; por eso las venden por unidad. Las hay de varios tipos: rundvleeskroket (vacuno), satékroket (rollo thai), e incluso groentekroket (de verduras). Lo suyo es añadirle una ración de patatas, o a la media hora pasaréis más hambre que el perro de un ciego. A nosotros nos vino bien, de todas formas, porque de repente empezó a llover a lo bestia, era la una de la tarde y en algún lugar había que meterse...por ejemplo, en el establecimiento que hay en una de las calles que salen a la Plaza Dam. Lástima que al resto de la ciudad se le ocurriese la mismitica idea.

Todo lo hago pensando en vosotros. En la servilleta pone dagelijks geproduceerd, es decir, producción diaria. Está bien saberlo, pero no hacía falta, me lo habría comido igual.
  • Frikandel: suena exótico, ¿eh? Pues yo, cuando supe que básicamente era como un flamenquín, los dejé para la siguiente visita. 
  • Burgers: tres cuartas de lo mismo, está bien pero nada que no conozcáis. Las hay de las clásicas de vacuno, con o sin queso, o también de kip (pollo).
  • Kaassouflé: una especie de bocadito de queso empanado o frito. No lo probé aquí, sino en una freiduría cualquiera del centro. Ni fu ni fa.
Haring
¡Arenques, arrr! Durante mis tres semanas en Holanda, vi hasta tres establecimientos: uno en Ámsterdam, en la explanada de la Museumplein, otro en Rótterdam (muy raro, ni que allí hubiese puerto alguno) y un tercero en La Haya. Y eso porque no miré con más atención, que si no habría visto más, fijo. En cualquier caso, no llegué a acercarme a ellos más que para cotillear. Que sí, que vale, que me encanta el sushi, pero qué queréis que os diga: esto, a diferencia de lo otro, huele bastante fuerte y no me entró a mí por los ojos. En fin, lo que sí puedo narraros es el manual de instrucciones: lo cogéis por la cola, abrís las fauces, con la cabeza ligeramente hacia atrás, y p'adentro.

Puaj.
Uitsmijter
¿Os he dicho ya que no me gusta el huevo en ninguna de sus variantes? Tonta de mí, ya que me pierdo uno de los puntos fuertes del typical Dutch: huevos fritos sobre rebanadas de pan de molde blanco y jamón york, con queso si así lo deseáis. He dicho huevos, sí, en plural. Uno, dos o tres, o los que menester fueran. Que no se enteren ellos de que vuestros culos pasan hambre. El típico plato que encontraréis en un eetcafé (cafeterías en las que se pueden tomar comidas sencillas). 

O lo amas, o lo odias...
Appeltaartje
¡A la rica tarta de manzana! Pero no la de cualquier sitio, hermosos. No, señor. De hecho, atención a lo que en holandés se conoce como luxe bakkerijen. Una bakkerij es una panadería, pero una luxe bakkerij es una pastelería, y no necesariamente de lujo. Simplemente, se le llama así, y algunas serán muy buenas, otras menos, otras normales, y otras directamente estarán al nivel del Tigretón y demás delicias empaquetadas. 
...Ah, sí, la tarta de manzana. Pues eso, gente, que no vale cualquiera. Lo suyo es que vayáis a Róterdam y preguntéis cómo se va a Dudok, café monérrimo con unas tartas que te mueres (y la de manzana es la especialidad, aunque ya digo que las otras también gritan cómeme y medra conmigo). La mera búsqueda ya habrá valido la pena: os daréis una vuelta por las calles del centro, a los guiris nativos les parecerá muy gracioso que vayáis preguntando por la famosa tarta y, si seguís el itinerario que hicimos nosotros, vosotros os lo pasaréis bomba con el nombre de este banco, nada ambiguo y desprovisto por completo de doble sentido en español:

Feel like a five year old. ¿Vosotros creéis que en España les iría peor que a Bankia, con ese nombre?
Que yo recuerde, la broma me salió por unos 4 €, compartiendo el trozo, eso sí. Podéis hacerlo tranquilos, llena un montón. Y está mú güena.


Stamppot
Hala, otro viejo amigo de la cocina holandesa. El stamppot hace honor a su nombre al ser un plato compuesto de una especie de puré de patatas acompañado de verduras tales como col agria, endivia, espinacas o zanahoria y cebolla (en el caso de estas dos últimas, hablamos de un hutspot). El tinglado suele acompañarse de bacon y salchicha ahumada o carne, si bien pueden encontrarse versiones vegetarianas. Yo comí una de estas últimas (el hutspot, ahora que lo pienso), con kaaskroketten, en un restaurante llamado... llamado... Argh, tendré que preguntar a mis fuentes. En cualquier caso, desde ya os digo que si bien mereció la pena, ya que era un sitio para sentarse y no cualquier rinconcete, el plato tampoco es para que se os vaya la olla. Pelín sosete. Como particularidad, lo probé un 26 de julio, santa Ana, y me tomé la visita a Ámsterdam como el mejor regalo posible, experiencia gastronómica incluida. Quizá la próxima vez me atreva con una versión más contundente, sans bacon, eso sí.
Me habría gustado añadir una foto propia, pero desgraciadamente está en mi móvil y no encuentro el cable USB. Mientras tanto, ésta, cortesía de Sobre Holanda.com.
Vaya, vaya. Sé que al principio de esta entrada os prometí más, pero empiezo a pensar que está quedando muy largo y ya se sabe, lo bueno, si breve...así pues, ¡os dejo a medias! Como Sheherezade al sultán en las Mil y una noches, como aquella pareja con la que la cosa se os fastidió cuando estaba a punto de caramelo...expectantes, vaya. ¡Pronto, la tercera y última entrega (lo juro) de este especial sobre comida holandesa! Stay tuned and nighty-night, lovelies! :)

jueves, 6 de septiembre de 2012

Nostalgia pura y dura

La que me ha entrado hoy, cuando estaba guardando cola para entrar a Secretaría y comenzar con los papeleos de fin de carrera. Cierre de expediente, solicitud de certificación académica, título y suplemento europeo...así es como se cierran cinco años, que se dice pronto, de mi vida. ¿Qué ha ocurrido en todo este tiempo? Imagino que podría reducirlo en tres puntos: he conseguido una licenciatura, el mundo (mi mundo) se ha ensanchado (y cómo) y yo, que entré en este viejo palacio todavía adolescente, a los dieciocho años, salgo de él ya como una joven adulta.

Último día de clase, allá por junio, con las interpretaciones todavía en el aire.


Puede que todo este tiempo haya pasado volando, pero no por ello deja de ser hora de marchar. Y sin embargo, esta vez no consigo afrontarlo como en el instituto. 



No obstante, no voy a marcarme el farol de decir que entonces no me asustó irme. Hace seis años, entre otras cosas, me acercaba al final del Bachillerato con un enorme signo de interrogación en mi cabeza. Después de pasarme toda la ESO y el primer año del Bachillerato pensando en ser periodista, ¡sorpresa! Ahora iba a matricularme en Traducción e Interpretación. No lo tenía nada claro, eso sí. Alguna tarde me había dado una vuelta por el edificio de la facultad y había pensado: este no es mi sitio, yo nunca pensé en venir aquí, no se me ha perdido nada en estos pasillos.

(El destino, como podéis ver, es una ironía, amarga o dulce según los casos...)

Pero, como decía, de alguna forma me resultó más fácil dejar el instituto. Tras seis años allí, los últimos días sentía que se me quedaba pequeño, que ya había agotado allí todas mis historias. Había sido muy feliz, como en realidad siempre lo he sido allá donde he ido, aunque también hubo ratos tristes o duros. Pero, en general, fue una experiencia positiva. Y aun así, esa vez yo misma lo tenía (más o menos) claro: me iba en el momento justo, había quemado una etapa. Imagino que influyeron más cosas: que aquel último año fue muy duro y un poco agotador, que mis amigos seguirían todos aquí en Granada, como yo, y no nos separaríamos; que la siguiente parada seguía siendo, en un sitio u otro, como estudiante. Sea como sea, fue más fácil que ahora.

Ahora...

En estos cinco años ha habido de todo, desde luego. Momentos muy buenos, buenos a secas, normales, regulares, tirando a malos y directamente chungos. Personas a las que quiero de corazón y espero no perder nunca, compañeros a los que me quedo con ganas de conocer más, otros con los que simplemente he compartido asignaturas, y otros, un número muy reducido. a los que les digo adiós con una sonrisa de oreja a oreja. He perdido la cuenta de las traducciones que he hecho, he cultivado mis futuras dioptrías a base de caracteres chinos, he pulsado mil veces los botones rec y play en mi grabadora, he dicho otras tantas aquello de Damas y caballeros (en las dos direcciones) y, sobre todo, he aprendido un poco de todo: Derecho, neerlandés, documentación, medicina, manuales de instrucciones, más dichoso Derecho, literaturas y civilizaciones varias, TAO, relaciones e instituciones internacionales, etc.

No obstante, a Dios pongo por testigo de que...

Ha habido muchas noches maravillosas, dando vueltas por Pedro Antonio, Realejo y hasta el Sacromonte, bailando y a veces bebiendo como si no hubiese un mañana, con el Playmobil como una extensión de la facultad y el Sonora y la Vogue como templos tardíos. 

Hemos comido en todos los rinconcitos guays y demás antros innombrables de esta ciudad.

Hemos potado con las maravillosas imágenes que encontrábamos en traducción científica.

Ha sido maravilloso tener la Picasso a dos pasos de la facultad, así como el imperio Inditex y otros lugares no tan nobles ni guardianes de la sabiduría.

Hemos compartido alegrías y penas, y Terminología y vídeos del unicornio Charlie.

He vivido veranos extranjeros.

He aprendido a nadar de verdad.

Desdeñamos Las Escuelas y descubrimos el D'Cuadros.

He recitado Aullido por la calle Tablas al salir del Bohemia (no se puede ser más guay).

Ha habido muchos viernes, y algún que otro martes, de CineClub Universitario (y nos tragamos Metrópolis en su versión completa, y así hemos terminado).

Hemos montado picnics en el parque García Lorca, donde C me pateó el culo, inmisericorde, ganó mil veces al Ligretto.

He dejado galopar a los caballos de mi imaginación (y a veces hasta los he refrenado).

He desbarrado con J y hasta he viajado con él a Holanda.

Me saqué el carnet de hipster con A, junto a otras tantas aventuras. Just your normal Tuesday.

Me comí gatitos con C.

Aprendí neerlandés y algo más.

He conocido a mi esposa, la fantástica L, si bien hube de compartirla con M (un placer).

Fuimos clientes del año del francés del take-away durante 4º de carrera.

Hice teatro y conocí la historia completa de Teatràdum, a pesar de sus muy reducidas y caóticas crónicas. He sido Fanny, he sido lista, no he perdido el tiempo. He sido Jimena.

Y me gustaría seguir, pero vosotros os largaríais de aquí, si no lo habéis hecho aún, y yo acabaría llorando como una magdalena sobre el teclado, y de todas formas no se entendería nada porque saldría algo así como asdfghjkllfdfksanscnl.

A la facultad de Traducción e Interpretación, en resumen, le agradezco ante todo el haber cogido prestado durante cinco años mi pequeño mundo para devolverme un globo terráqueo, enorme y lleno de posibilidades. A lo largo de esta parada, he conocido gente con mis propias inquietudes y con otras tantas, gente interesante, gente brillante. He visto de primera mano que hay mil historias, mil formas de ver la vida, mil culturas, mil raíces. He aprendido a mirar por mi propia lengua. Me han inculcado la vocación de salir fuera de mis fronteras, ver mundo y aprender, abrir ventanas. Ahora que estamos en crisis, es un don valioso. Y es el motor con el que yo quiero impulsarme en esta vida. 

Y por eso es tan difícil partir.

En las escaleras del patio, haciéndome un photobook para el recuerdo.


P.D Lo sé, pero este es mi blog, se siente.








lunes, 3 de septiembre de 2012

Memorias neerlandesas: otras músicas (I)

Uno de los puntos fuertes del curso en Holanda fue la oportunidad de conocer a gente de todo el mundo. Pero esta vez de verdad, oye, no lo típico de "Sí, había alemanes, franceses e italianos". No, no. Gente de países como Indonesia o Sudáfrica, lugares lejanos a los que parece que una nunca va a ir y que te dejan pensando en lo enorme que es el mundo. Está muy bien, porque descubres nuevas culturas y formas de ver la vida, y poco a poco tu cocorota va agrandándose con todo lo aprendido.

Este ha viajado y aprendido MUCHO. Yo con un poquito ya me basta, ¿eh?
Puestos a aprender, la música es un capítulo interesante, cómo no. ¿No sabes cómo romper el hielo después del cómo te llamas? ¿Está macizo y quieres probar suerte? ¿Es un ejercicio de conversación y el otro se queda calladito? Pregúntales qué música les gusta oír, a ver si hay suerte y tenéis lo mismo en el iPod. ¿Indie, rock, metal, Rachmaninov?

Pero cuidado con lo de conocer algún grupo del país en cuestión, solo uno (1), y querer quedar como Dios con eso. Porque hay altas probabilidades de marcarse un EPIC FAIL.

Con Indonesia, por seguir con los ejemplos, no hubo problemas. Ni yo conozco cantantes de allí ni al tío le interesaban especialmente; resultó que teníamos más o menos lo mismo en el iPod. Él me enchufó Camera Obscura, yo le puse MGMT, Best Coast, ese tipo de cosas. También se me ocurrió decirle que me gustaba This Charming Man, de The Smiths, y en lo sucesivo se dirigió a mí como the The Smiths fan.

Cosas que pasan. No le iba a partir el corazón revelándole que, aparte de esa, de ellos solo he oído o recuerdo There's A Light That Never Goes Out.

Pero con los de Sudáfrica me las quise dar de guay. Y como yo, otros tantos del curso, porque la cosa acabó convertida en cachondeo general. Mal de muchos...

Ay, ¿Sudáfrica? ¿Os gusta Die Antwoord? ¡Me gusta Die Antwoord!

Epic fail, como os comentaba. ¿Conocéis a Die Antwoord? ¿No? Entonces no sois modernos, largo de aquí. ¿Sí? ¡Felicidades! Pero si a un sudafricano le mientas a este grupo de mamarrachos, le sienta más o menos como si a nosotros nos llegase un guiri y nos preguntase, entusiasmado, por David Bisbal.

Pues sí, es español. Pues no, no me gusta.
Las reacciones fueron variadas:

-Sí, ja, ja, Die Antwoord, ya eres la número x que me los menciona.
-No están mal, pero hay otros grupos, ¿sabes? I fink u freeky, BTW.
-Wat? Ek ken jou nie. (Vamos, que no te conoce.)
-If you don't like funerals, don't mention that group to me. Estos dos últimos son broma, pero tenía que hacer la gracia. ¿Conocéis Die Antwoord? Pues reíros por lo menos vosotros, anda...

Hasta llegar a esto:

-¿Eh? ¡En Sudáfrica nadie escucha a Die Antwoord! Si acaso, los niñatos que se las dan de chungos -entonces es como en Europa, solo que nosotros nos las damos de hipsters.

Desde que volví de Holanda, decir que conozco a Die Antwoord ya no mola. Es tan primavera-verano 2012, tan mainstream. Es lo p*to peor. Ahora, lo que mola es decir, sacudiendo un poco la cabeza con aire de superioridad:

-¿Hola? Allí no se escucha eso.

Y después de eso ya puedo ponerme Baby' s On Fire en bucle.



Pues nada, majos. Cerramos mis frikadas crónicas de hoy con unos minutos musicales. Hasta mañana, corazones.


Esto, caca.


Esto, Die Heuwels Fantasties. Guay. Baie dankie!