domingo, 26 de agosto de 2012

A partir de ahora

¿Y cuando acabe, qué?

Durante todo este último curso, e incluso desde antes, creí conocer la respuesta a esta fantástica pregunta que ocupaba mis días. Mis noches no, la verdad, porque yo soy una de esas personas capaces de dormir incluso en caso de cataclismo mundial. Recordadme que os cuente cómo me quede frita en la Museumplein de Ámsterdam, de noche y con frío, sobre la dura piedra.

Pero sí, si es lo que queréis saber, de haberlos tenido, los habría llevado de corbata.

Aun así, yo creía conocer la respuesta a la pregunta, como iba diciendo. Era bastante sencilla, además. Una sola palabra. Cargada de imágenes y significados, eso sí.

China
中国

El paso natural, después de haber sufrido estudiado el idioma cinco años, ¿eh? 

Sí señor. Yo quería irme a China. Y a la gente le parecía muy original y muy exótico. Mi médica de cabecera es que lo flipaba cada vez que me pasaba por su consulta a darle el coñazo (véase más abajo). No era la única.

-Qué valiente, qué valiente.
-Huy, a China. Qué valor.
-¿Y no te da miedo?
-¿Pero y ahí qué hablan, además de chino? Wolof y finés, señora. ¿Y qué, no te da cosilla?

Estoy que me cago, quería decirles a todos. Pero aun así me voy a ir.

Así que busqué una beca. Y es que después de vivir la totalidad de mi biografía en casa de mis papis, todo cambio significa, básicamente, . Y la encontré. Decidí pedir la beca del Gobierno chino. Estaba bastante bien, me ofrecía incluso la posibilidad de renovarla, y oye, al final hasta sabría chino de verdad. 

Una vez tomada la decisión, me puse manos a la obra. Y creedme, no fue fácil. De hecho, acabé loca perdida con los papeles. Y con el certificado médico. Y con todas las maravillosas pruebas que dicho certificado exigía. Pruebas de todo tipo. Pruebas que yo ni siquiera sabía que existían. Y después de eso, más papeles. Muchos, muchos papeles. Incluyendo cartas de recomendación. Y de motivación. Y certificados académicos. Y traducciones juradas de esos certificados. Y después de eso, más papeles. Y finalmente, aún hube de elegir universidades (porque en Beijing, ciudad a la que yo tenía intención de ir, hay muuuuuuuchas universidades).

¡Y al final, mandé la beca! ¡Increíble pero cierto!

Y a partir de ahí, comenzó la larga, LARGA espera. 

En algo tenía yo que ocupar mi tiempo, así que me dediqué al que se suponía era mi objetivo principal este curso, Interpretación de Conferencias A-B acabar la carrera. Y también di clases, sí. Y llevé la beca de colaboración. Y me metí en el grupo de teatro de mi facultad. Y seguí estudiando neerlandés, aunque ya no me hacían falta los créditos, pero es que yo soy muy friki, hay que serlo para estudiar ese idioma. ¡Ah, y fui a clases de conversación en chino! Porque, ¿os acordáis? Yo me iba a ir a China.

Unos cuantos meses más tarde, en agosto...

Yo estaba en Zeist, Países Bajos, en un paraíso terrenal del que probablemente hable aquí algún día. Y estaba a la espera. A la espera de la confirmación oficial de mis planes: irme a China. De un momento a otro, aunque también podían haberse dado más prisa, me llegaría un correo diciéndome: "¡Eh, Ana! ¡Te vas a China!"

Pues bien, ¿sabéis una cosa, una cosa muy bonita y divertida? ¿Sabéis qué es lo que me dijeron, después de todo un curso planeando mi futuro? Pues me dijeron esto:

Claro como el agua. 

...Esto fue lo que me respondieron, os decía:

NO
PROBLEM?

O lo que es lo mismo, lo que comúnmente se conoce como reírse en mi cara un giro inesperado en la historia.

Podría decir muchas cosas sobre lo que sentí en ese momento. Podría componer una oda sobre mis impresiones. Podría, también, haberme montado en una bicicleta holandesa y que todo hubiese parecido un accidente, y nadie habría dudado de ello. Pero, básicamente, todo puede resumirse en una frase: me habían denegado la beca.

No me iré a China. Este curso, al menos, no. Algo de lo que se alegran infinitamente algún que otro familiar y amigo.

Y adónde te vas entonces, Ana.
¡Anda, se me había olvidado! Resulta que, durante la larga, LARGA espera china, hice algo más. Solicité una plaza en el programa 2012/2013 de Auxiliares de Conversación españoles en el extranjero. Reino Unido. Lo hice por si acaso. Aunque yo sabía que nunca iría allí. Lo sabía, incluso cuando me aceptaron. Incluso cuando empezaron a llegarme noticias de mi región, mi ciudad, mi escuela. De mi destino.

Porque al final resultó que este era mi destino. Tiene gracia. Y yo buscándolo un poquito más arriba en el mapa.

Pero esa ya es otra historia. Una historia que ni siquiera yo conozco más allá de la sinopsis y que, imagino, os iré contando poco a poco por aquí a medida que se escriba. Pasad, abrochaos los cinturones y poneos cómodos; el viaje está a punto de empezar.








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